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viernes, 13 de marzo de 2020cermi.es semanal Nº 382

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"4,32 millones de personas con discapacidad,
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Pantalla Grande/La Película de mi Discapacidad

La sordera en el cine

Por José Luis Aedo, presidente de FIAPAS

13/02/2020

José Luis Aedo, presidente de FiapasLa Organización Mundial de la Salud nos recordaba hace poco, con motivo del Día Mundial de la Audición, que 466 millones de personas en todo el mundo tienen una pérdida de audición e incluso se calcula que, en 2050, más de 900 millones de personas —es decir, una de cada 10— tendrá sordera. 
 
La situación de las personas sordas ha mejorado en las últimas décadas gracias a los avances médicos, tecnológicos, logopédicos… que se han producido en este campo y que posibilitan la superación de las limitaciones que genera la falta de audición. Así, cada vez más, encontramos nuevas generaciones de personas sordas, más autónomas y capaces de comunicarse en lengua oral. Situación que hace que la discapacidad auditiva sea, todavía más si cabe, una discapacidad invisible.
 
Pero en la industria del cine se deben desconocer estos datos y, en su intención de ser inclusivo y presentar a las personas con sordera, lo hace de la forma en la que la sordera ha llegado al imaginario social: de una forma estereotipada y sin tener en cuenta la hetereogeneidad comunicativa y de tratamientos y recursos con los que superar las barreras de acceso a la información y a la comunicación.
 
Vemos representadas a las personas sordas como solitarias, extrañas, marginadas, con dificultades para comunicarse con los demás, que, como en la película “Lee mis labios” (2001), pueden emplear su discapacidad para sacar al “chico malo” de apuros o incluso planear un atraco, o bien se dedican a trabajos “intrínsecos” en su naturaleza de persona sorda, como muestra Santi Millán en “Va a ser que nadie es perfecto” (2006). 
 
Hace poco salía la noticia del estreno, en un canal de pago de cine independiente, de una serie escrita y protagonizada por dos personas sordas de nacimiento. Según la sinopsis de esta producción, considerada una de las mejores de 2018 por la crítica estadounidense, está protagonizada por dos personas sordas “una con restos auditivos y audífono, que le ha permitido comunicarse oralmente y la otra, sorda profunda que, para comunicarse, emplea la lengua de signos”, que juntos adentran al espectador en “ese mundo tan especial del silencio perpetuo y su complicada convivencia con el resto de las personas oyentes”. De nuevo, el estereotipo en toda su amplitud, identificando además un grado de sordera (profunda) con una forma de comunicación (lengua de signos), cuando hoy precisamente las personas con sorderas profundas son usuarias de implantes cocleares, que les facilitan el acceso temprano a la lengua oral de su entorno.
 
Intentar encontrar una película o una serie que trate la sordera de una forma natural, sin caer en el paternalismo y el estereotipo, es una tarea complicada. Hay muchos títulos que tratan sobre la sordera, pero todos al final profundizan en las dificultades de comunicación del protagonista y la brecha entre el mundo oyente y el de la persona sorda, incluso aunque éste se comunique de forma oral con el resto del mundo. Un ejemplo lo tenemos en la serie “Cambiadas al nacer”, en la que asistimos a una discusión entre padres e hija sorda en la que, a la vez que se comunican oralmente, lo hacen en lengua de signos, como si de esta forma subrayaran la sordera de Daphne.
 
Mostrar las dificultades de accesibilidad de una persona sorda, la importancia que la prótesis auditiva tiene para ella y la forma adecuada de comunicarse con ella, sin necesidad de acudir a lo de siempre, debe ser que, a juicio del cine, no dejan claro al espectador que está ante un personaje con sordera.
 
Cuando se quiere destacar que un personaje es listo o el “empollón del grupo”, éste suele llevar gafas. Sin embargo, visibilizar las prótesis auditivas (audífonos e implantes) del personaje con sordera, sin más… es algo que los guionistas no conciben y que, además, tienden a subrayar haciendo patentes unas dificultades de comunicación, que hoy en día se superan gracias a apoyos tecnológicos.
 
La solución es sencilla. Bastaría con que personas sordas de verdad desempeñaran esos papeles, mostrando a la Sociedad cómo es la realidad y las barreras que tienen que sortear, sin entrar en confrontar los diversos modos de vivir dicha realidad, pero tampoco confundiendo al espectador recurriendo al estereotipo que tradicionalmente nos muestran la cinematografía o cualquier otro producto audiovisual que aborde la cuestión.
 
¿Qué pasaría si viéramos a la actriz Halle Berry, con un 80% de pérdida auditiva en uno de sus oídos, en su próxima película con un audífono tal como debería llevarlo en la vida real? ¿Reconocería la sociedad que interpreta a un personaje con sordera?
 
Por cierto, en “The Hunters”, la última serie de moda de una plataforma online de pago y protagonizada por Al Pacino, el personaje que interpreta el actor Saul Rubinek, aunque no lo parezca, tiene sordera a raíz de un trauma acústico y es usuario de un audífono y no presenta dificultades de comunicación.
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